domingo, 9 de agosto de 2020

Reforma judicial y autonomía porteña.

El Presidente Alberto Fernández presentó en la Casa Rosada el proyecto de ley de reforma del sistema judicial con el que busca “mejorar el servicio de Justicia" y la designación de un consejo de notables para asesorar al Ejecutivo sobre el funcionamiento del sistema.

Entre los tantos temas y propuestas que contiene el proyecto, propone transferir a los tribunales porteños la competencia para investigar y juzgar los delitos no federales que se cometen en la Ciudad de Buenos Aires completando de esa manera, el demorado proceso de transferencia de competencias dispuesto por la Constitución Nacional, luego de la reforma de 1994. El gobierno tendrá tres años de plazo para suscribir los acuerdos y convenios necesarios con la Ciudad, que deberán incluir también la transferencia de recursos.

CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN ARGENTINA

“Artículo 129.- La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de Gobierno autónomo con facultades propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido directamente por el pueblo de la ciudad...”

El Gobierno Nacional viene a saldar un vieja deuda con la Ciudad de Buenos Aires. Recordemos que después de la reforma constitucional de 1994, el Congreso Nacional dictó la ley 24.588 que se proponía garantizar los intereses del Estado Nacional en la Ciudad. En realidad, la denominada Ley "Cafiero",  so pretexto de garantizar los intereses del Estado Nacional en la Ciudad de Buenos Aires, mientras sea Capital de la República, para asegurar el pleno ejercicio de los poderes atribuidos a las autoridades del Gobierno de la Nación, en realidad consistía en una limitación a la autonomía de la Ciudad  que la Constitución no había expresado. 

 

Efectivamente, la Ley "Cafiero" significó una limitación de las atribuciones de la Ciudad detalladas en el artículo 129 de la Constitución Nacional: elegir al Jefe de Gobierno, poseer facultades de legislación y de jurisdicción, ambas sin delimitar.

Entre las limitaciones más fuertes a la autonomía se encuentran las facultades de jurisdicción, dado que en el artículo 8º se establece que “La justicia nacional ordinaria de la ciudad de Buenos Aires mantendrá su actual jurisdicción y competencia continuando a cargo del Poder Judicial de la Nación. La ciudad de Buenos Aires tendrá facultades propias de jurisdicción en materia de vecindad, contravencional y de faltas, contencioso-administrativa y tributaria locales.”

Es evidente que el Congreso Nacional , a través de la sanción de la Ley24.588, se extralimitó en el cumplimiento de la manda constitucional, porque, ¿cuál sería el interés a proteger mientras la Capital Federal esté en la Ciudad de Buenos Aires, conservando para sí la justicia nacional ordinaria?

A mayor abundamiento, con un mismo objetivo –la reducción del ejercicio de la autonomía-, el artículo 10 conserva en la esfera nacional tanto al Registro de la Propiedad Inmueble y la Inspección General de Justicia. En todas las provincias dichos registros son de jurisdicción provincial.

En la práctica, la Ley "Cafiero" ha demorado y obstaculizado arbitraria, ilegítima e injustamente la plena autonomía de la Ciudad de Buenos Aires y ha impedido la definitiva organización del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Aún hoy, se alzan voces en contra de un traspaso necesario e imprescindible. Son las voces de quienes no hablaron cuando se traspasaron competencias penales que a las Señorías del Poder Judicial de la Nación les molestaban o las consideraban "competencias penales menores", tales como los delitos de consumo de estupefacientes, amenazas, lesiones en riña, abandono de personas, violación de domicilio, usurpación, resistencia a la autoridad, etc.

En un absurdo jurídico que pretenciosamente denominaron "acordada" los jueces, integrantes de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, sostuvieron que el proyecto de ley era inconstitucional.  Un mamarracho jurídico por donde se lo mire.

En primer lugar, porque “[d]eclarar inconstitucional un proyecto de ley ejerciendo un control de constitucionalidad abstracto que no existe en nuestro sistema mediante una acordada que desconoce la autonomía deparada por la Constitución a la CABA no solo es inconstitucional sino que legitima la reforma”, tal como lo señaló el abogado constitucionalista Andrés Gil Domínguez..

En segundo lugar, porque no hay expediente alguno que requiera por parte de la Cámara su pronunciamiento, no hay "causa judicial". No hay nada sometido a su conocimiento como Tribunal. La inconstitucionalidad se puede declarar respecto de una norma, o de un acto de la administración lesivo de derechos, y la inconstitucionalidad de una norma se declara mediante un fallo dictado dentro de un expediente, nunca de oficio, y respecto de normas que ya están vigentes. Además, debe ponerse de resalto que un proyecto en sí mismo no causa agravio y por ende, no puede ser impugnado

En tercer lugar, porque la Cámara no puede dictar una Acordada para OPINAR sobre un proyecto de ley porque, como ya se dijo, no hay nada sometido a su conocimiento.

En cuarto lugar, porque en nuestro ordenamiento jurídico, las Cámaras de Apelaciones no tienen la facultad de emitir dictámenes sobre proyectos de ley. Haber emitido esta opinión improcedente, tanto en la forma (Acordada) como en el fondo (proyecto de ley), los invalida para intervenir en ningún tema que involucre aspectos de la reforma que llegasen a su conocimiento en el futuro.

Finalmente, la torpeza de los Magistrados integrantes de la Cámara del Crimen (tal la denominación de la vulgata mediática) se debe a que ha quedado en evidencia de que las Cámaras Nacionales de Apelaciones no tienen razón de ser, deben ser Justicia ordinaria local de la Ciudad electos por los representantes de la Ciudad y por el procedimiento de la Ciudad. No los tiene que proponer el Presidente de la Nación, ni tampoco designar mediante acuerdo el Senado de la Nación como a los jueces federales.

Hoy, a más de un cuarto de siglo de sancionada la reforma constitucional de 1994, el Presidente Alberto Fernández intenta saldar la deuda con la Ciudad de Buenos Aires. Para los porteños y las porteñas es la posibilidad de avanzar por un camino cierto en la plena autonomía de la Ciudad, respetando nuestro derecho a darnos nuestras propias instituciones, nuestras propias leyes, a administrar nuestros recursos y a controlar el desempeño de nuestros representantes.


lunes, 3 de agosto de 2020

MOVILIZACIONES EN LA CIUDAD: La doble vara de Rodríguez Larreta

Sábado de movilizaciones en cuarentena.


Mientras unos dijeron el #1aYoVoy, la convocatoria para manifestarse en contra la reforma judicial en el Obelisco, todo transcurrió con normalidad y esta vez, sin agresiones a periodistas.

Otros, decidieron movilizarse para pedir justicia a tres años de la desaparición de Santiago Maldonado y para reclamar la aparición con vida de Facundo Astudillo Castro, de quien no se sabe nada hace tres meses.

Los unos y los otros decidieron manifestarse y movilizarse. Ni a los unos, ni a los otros les importó la pandemia y el aislamiento dispuesto por las autoridades. Los unos y los otros violaron la cuarentena.


Imágenes elocuentes de unos y otros. Ausencia policial para unos y accionar represivo para otros con pocas cuadras de diferencia. Rodilla encima de la cabeza de un manifestante en un caso, pasividad policial en otro. Todo eso en un mismo día.

Una vez más, una protagonista excluyente, la Policía Porteña. Una vez más ha demostrado un claro accionar discrecional y discriminatorio, ya que ha permitido numerosas manifestaciones, todas violatorias de la cuarentena, empleando una doble vara que pone en evidencia el carácter elitista de la Policía de la Ciudad, protegiendo a unos, reprimiendo y encarcelando a otros.

Los grandes medios de comunicación, en tono épico, anunciaban que de manera espontánea desde  las 16, vecinos porteños con banderas argentinas llegaban al Obelisco y por otro lado, que marchaban grupos de jóvenes anarquistas y violentos a quienes hubo que reducir porque atacaron a la policía.

Unos se manifestaban contra una política del Gobierno Nacional, otros para repudiar la desaparición de Santiago Maldonado durante el gobierno anterior y reclamaban la aparición de Facundo Astudillo Castro responsabilizando a la policía bonaerense. 

Se nota mucho, permiso para manifestarse para unos, represión para otros. Un caso de doble vara.

Una concepción ideológica para el accionar policial porteño, el crimen de pensamiento. Se reprime a quienes "piensan" en cuestiones que van en detrimento de propuestas o hechos en los que funcionarios del PRO son responsables (tal como lo es la desaparición de Santiago Maldonado).

Se nota mucho, debido a que el Vicejefe de Gobierno de la Ciudad, Diego Santilli, es quien está a cargo de la Policía de la Ciudad. Para los muchachos del Pro en la Ciudad hay marchas buenas y malas. Buenos muchachos.

Es momento de recordarle a Horacio Rodríguez Larreta que más allá de las simpatías y de a quién voten los manifestantes se les debe garantizar a todos y a todas su derecho a expresarse en las calles de la Ciudad.

En un Estado democrático habría que investigar a los policías por su proceder violento en lugar de habilitar la criminalización de ciertas protestas. Pero ningún fiscal de la Ciudad hizo la denuncia porque el Fiscal General de la Ciudad, Juan Bautista Mahiques (ex representante de Mauricio Macri en el Consejo de la Magistratura de la Nación) es el responsable del blindaje judicial en la Ciudad.


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