Impresentable, grotesco, caricaturesco, inaceptable. ¿Quién puede defender a D'elía?. Sin embargo y en tren de ser abogado del diablo cabe señalar que a veces los defectos inocultables de monstruitos como los D'elía ocultan defectos mucho más camuflageados de gente que si es presentable, correcta, limpita, blanca y civilizada. Y dicho sea de paso, haciendo un paréntesis, la labor de abogado del diablo debería ser más asumida por intelectuales que se tienen como tales y como practicantes del “pensamiento crítico”. Cualquiera “critica” a los que piensan distinto que los que están en el grupo de referencia en el se vive, a los que todo el mundo sabe que son malos y en suma, cualquiera hace cómodamente pensamiento crítico cuando este pensamiento está dentro de los cánones de los políticamente correcto y de lo canonizado por los intelectuales aceptados en el ámbito en el que se acciona. La gracia del pensamiento crítico está en criticar los supuestos de lo que uno mismo piensa, enfrentar los dogmas indiscutidos y los principios de los compañeros de ruta, de los que te dan de comer y decir que la tierra no es el centro del universo en el siglo XV cuando eso es realmente urticante y revolucionario no en el momento en que cualquier otro idiota lo dice. Pero volviendo a D'elía y los civilizados. Impresentable y todo es evidente que por lo menos en los hechos del 26 de marzo fue víctima de una provocación. Un señor muy civilizado se acerco hasta estar cara a cara (y la televisión lo muestra claramente) y lo insulto de arriba abajo hasta que como es inevitable alguien lo surtió. Y tampoco fue para tanto porque el señor salio caminando y con la cara entera siendo que está claro que si los malvados piqueteros hubieran querido lo hubieran roto en pedacitos cosa que no ocurrió. Ahora bien:
Primero: La actitud del señor de acercarse a insultar y a provocar también es francamente cuestionable e intolerante.
Segundo: Si alguien va al medio de una hinchada de fútbol y los empieza a insultar hasta lograr que le peguen todos coincidirían en que la hinchada es violenta pero que ese alguien es un idiota.
Esto me recuerda al unitario del matadero de Echverría. Habitualmente en los análisis se lo presenta como el representante de la civilización y de la cultura frente a la barbarie federal. El héroe frente al monstruo. Es interesante señalar que este héroe, emblema de la cultura y la civilización se comporta de un modo bastante torpe. Veamos el comportamiento del muchacho párrafo a párrafo durante su enfrentamiento con la horda federal.
Empecemos por el Inglés que preanuncia al unitario. Echeverria lo describe así: “Cierto Inglés, de vuelta ...... y, sin duda, iba tan absorto en sus cálculos que no oyó el tropel de jinetes ni la gritería sino cuando el toro... “ !, observemos que se trata de un individuo despistado que no tiene ninguna puta percepción del entorno hasta que lo pasan por arriba.
Pero vayamos ahora al representante de la civilización que nos pone Echeverría: “Era este un joven como de veinticinco años, de gallarda y bien apuesta persona..... trotaba hacia Barracas, muy ajeno de temer peligro alguno. Notando empero, las significativas miradas de aquel grupo de dogos de matadero, echa maquinalmente la diestra sobre las pistoleras de su silla inglesa, cuando una pechada al sesgo del caballo de Matasiete lo arroja de los lomos del suyo tendiéndolo a la distancia boca arriba y sin movimiento alguno”
Leamos bien este párrafo. El unitario, para mí y que me perdone la maestra Argentina era primero que todo un carilindo que con su ropita nueva y sin el luto iba papando moscas por un barrio por el que no era bueno pasar en esas circunstancias. Era como andar en un Alfa Romeo haciendo alarde a las 3 de la mañana en una villa de Florencia Varela. Sin duda que el dueño de un Alfa Romeo tiene derecho a transitar por todo el país, incluyendo un villa de Florencio Varela a las 3 de la mañana pero eso no quita que hay que ser bastante salame para hacer una cosa así.
A pesar del bochinche que debía hacer la horda federal no se percata del peligro con suficiente antelación como para salir al galope y escapar o sino enfrentarlos desde una posición ventajosa. Cuando por fin se aviva lo único que atina es a “...echa maquinalmente la diestra sobre las pistoleras....” . Nótese que las palabras “maquinalmente” y “sobre las pistoleras” no sugieren en absoluto un gesto determinado y enérgico. Convengamos que un héroe de verdad hubiera ejecutado el acto de “echar velozmente la diestra sobre su pistola” en vez de “echar maquinalmete su diestra sobre las pistoleras”. La cosa es que el pibe este se deja madrugar tontamente por Matasiete y a partir de allí no le queda más que sus rimbonbantes frases. Porque en su enfrentamiento directo con Matasiete sigue siendo patético: “Atolondrado todavía el joven, fue lanzando una mirada de fuego sobre aquellos hombres feroces, hacia su caballo que permancía inmóvil no muy distante, a buscar en sus pistolas el desagravio y la venganza. Matasiete, dando un salto, le salió al encuentro y con fornido brazo, asiéndolo de la corbata, lo tendió en el suelo tirando al mismo tiempo la daga de la cintura y llevándola a su garganta”. Ja! Ja!, matasiete lo agarró de la corbata y lo tiró al suelo, matasiete tenía una daga, el pibe tenía pistolas pero el salame no llegó a agarrarlas. A mi me parece que este chico tendría muchas ínfulas pero le faltaba picardía. Al zorro jamás lo hubieran vapuleado así. Sería una víctima de la barbarie federal pero convengamos que como héroe, era de cuarta. Luego, solo le queda su lengua y sus frases tipo: (cuando los federales le preguntan porque no lleva luto: “Porque no quiero.. la librea es para vosotros esclavos, no para los hombres libres” o el aún más romántico “porque la llevo en el corazón por la patria que vosotros habéis asesinado, infames” y otras lindesas por el estilo. Muy digno el unitario pero era un salame.
En resumen, D'elía será impresentable pero los representantes que tenemos de la civilización y la blancura son gente que quizá sea bastante más discutible si le sacamos los modos superficiales, su elegancia y sus modales corteses que con todo lo deseables que puedan ser no hacen al fondo de la cuestión.
El sociólogo renegado