lunes, 30 de marzo de 2020

...y un día dieron vergüenza ajena


En tiempos de "coronavirus", un cacerolazo (en la Ciudad de Buenos Aires) convocado por las redes bajo el nombre de #Ruidazo, se sintió con fuerza esta noche para reclamar a los políticos que se reduzcan sus sueldos en medio de la grave crisis económica que se agravó por el "corona virus" y la cuarentena declarada por el gobierno de Alberto Fernández para evitar los contagios.


En tiempos en que "la política" se une y le pone el pecho a una "pandemia" internacional, en que el mensaje gubenamental no tiene grietas y lo que importa es la salud, una ínfima pero ruidosa minoría siembra la discordia.
Decían, ayer nomas, que el problema de la Argentina era "la grieta". 
En ese sentido, el ex Presidente Mauricio Macri asumió en 2015 con tres grandes promesas: pobreza cero, combatir el narcotráfico y unir a los argentinos.
No es el objetivo de este post analizar la gestión macrista, pero sí nos interesa reflexionar sobre uno de sus objetivos. En cuanto a unir a los argentinos o terminar con la grieta, diremos que la historia señalará los cuatro años de Macri como Presidente, como uno de los períodos en que predominó el discurso del odio y la estigmatización.
Mientras las grandes potencias se han visto superadas por el avance de la pandemia, ya sea por imprevisión, por la incapacidad en el manejo de ella o, lo que es peor, por la subestimación de la misma, en Argentina se han tomado las medidas adecuadas, -según los expertos en la materia-, para combatir al coronavirus.
El Gobierno Nacional convocó a la oposición para trabajar juntos en el tema. Lo normal en un país normal y esa actitud emocionó a tirios y troyanos al ver que todos se reunieron y acordaron medidas para contener o al menos mitigar los efectos del "coronavirus". Por esta vez, no se habló de grieta.
Quizás eso sea lo que moleste a algunos. Dicen salir para exigir que los políticos se reduzcan los sueldos. De esa manera, esconden su verdadero disgusto, les molesta el fin de la grieta, molesta que se coloque la lupa sobre los miserables que aumentan los precios, sobre Paolo Rocca y los despidos de Techint, sobre Farmacity que acopia alcohol en gel en sus depósitos.
Pues, obvio que la defensa de inescrupulosos grupos empresarios no resulta ser un fin noble, ellos lo saben. Entonces, dirigen sus dardos hacia la política que les pone límites a esos inescrupulosos y empiezan a hablar del "gasto público".
En tiempos del "coronavirus" se requiere un tiempo de paz, tolerancia, humildad, solidaridad y diálogo; no es momento de construir muros o grietas y mucho menos de ser útiles a los miserables que ven a la pandemia como una oportunidad de producir despidos o acumular siderales ganancias a costa del desabastecimiento que no busca otra cosa que la generación de caos social.
Quédate en casa, no salgas al balcón para esto.

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