lunes, 21 de octubre de 2019

VIENEN AIRES BUENOS

Desde hace cuatro años, las grandes mayorías padecen el rostro insensible de la “revolución de la alegría” que agrede sus derechos y vulnera su poder adquisitivo.
Las sucesivas derrotas sufridas en la Ciudad por el Frente para la Victoria (PJ) fueron una clara causa, la "restauración conservadora" comenzó en la Ciudad de Buenos Aires allá por finales del año 2007, momento en que Mauricio Macri asumía la Jefatura de Gobierno, gobernó una Buenos Aires con los ingresos más altos de su historia, generando déficit y cubriéndolo con deuda en dólares, sub-ejecutando presupuesto en las áreas sensibles y estratégicas y reasignándolo en publicidad, contratos de basura carísimos y obras superficiales de maquillaje que ocultaban y siguen ocultando los verdaderos problemas estructurales de la Ciudad.
Pese a ello, la Ciudad fue la “vidriera” de ocho años de gobierno de Mauricio Macri que le otorgó al macrismo visibilidad nacional. Una Ciudad aparentemente limpia, segura y ordenada.
Ya en el año 2015 gran parte de los votantes progresistas, peronistas y kirchneristas optaron por la candidatura de Martín Lousteau, lo que demostró que, más allá de la opinión sobre el candidato, era posible la vertebración de una alianza que derrote al gobierno del PRO.
Una realidad que no fue vista por la conducción política del Frente Para la Victoria (PJ) que en vez de promover el voto contra Horacio Rodríguez Larreta, es decir, en contra del candidato local de Mauricio Macri, optó por convocar al voto en blanco, lo que indudablemente aumentaba las posibilidades de triunfo electoral del PRO.
Muchas respuestas a la crisis política de la oposición porteña, se encuentran en lo que el sociólogo alemán, Robert Michels denominó la “ley de hierro de la oligarquía”. Según ella, tanto en autocracia como en democracia siempre gobernará una minoría"; la idea básica es que toda organización, en este caso el Partido Justicialista, se vuelve oligárquica. Esa minoría, aunque en principio se guíe por la voluntad de la masa y se diga transformadora, pronto se emancipa de esta y se vuelve conservadora. Siempre esa minoría dominante buscará incrementar o mantener su poder a cualquier precio, incluso olvidando sus viejas ideas. Sin democracia interna, silenciando el debate, el Partido Justicialista fue una cáscara vacía.
La candidatura de Matías Lammens ha sido disruptiva. Lammens significa una ruptura con esa minoría dominante que mantuvo al Peronismo y al conjunto del espacio progresista, nacional y popular ausente del debate de la Ciudad de Buenos Aires.
Matías Lammens nos coloca por primera vez en mucho tiempo discutiendo el poder en la Ciudad de Buenos Aires. La posibilidad de que vengan aires buenos a la Ciudad se siente y se respira en las calles.  Es la primera vez que en 12 años de gobierno macrista en la Ciudad, los porteños y porteñas ven como cierta la posibilidad de cambiar de gobierno.
También la candidatura de Lammens ha sido disruptiva en cuanto al contenido del debate. Recién hoy, en 2019, discutimos seriamente el servicio de estacionamiento medido y acarreo de automóviles que fue licitado por primera vez por el intendente Carlos Grosso en 1991 y que durante el año 2013 el PRO, entre gallos y medianoche, convirtió su ampliación en Ley. No hubo debate hasta el día de hoy, que Matías Lammens lo trae a la luz pública anunciando que, en caso de ser electo, derogará esa ley.
Se pone en debate el proyecto político de Larreta de una Ciudad cada vez más expulsiva y agresiva para con sus habitantes y de un negocio que toma a los porteños y porteñas de rehenes, ese público cautivo que todo negocio desea poseer, los autos están en las calles y ahora nos van a cobrar por dejarlos estacionados. Un gran negocio PRO.

Matías Lammens vino a oxigenar la política de la Ciudad, una clara consecuencia virtuosa del liderazgo de Alberto Fernández, siendo auténtico y diciendo lo que cree vino a sacudir el debate político en la Ciudad, un debate ausente hasta ahora. Vienen Aires Buenos.

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