Pasan cosas en la "Ciudad de la
Furia", y cuando la que mata es la Policía de la Ciudad es el deber de
todos y todas no olvidarlo y sentar testimonio de lo sucedido. Sobre todo en
tiempos de plena vigencia de la doctrina Chocobar/Bullrich de eliminación
física de todo aquel que presuntamente sea un delincuente.
Los hechos
Todo sucedió el lunes por la mañana,
sobre la bicisenda de la calle Carlos Calvo al 2500, entre Saavedra y Alberti,
barrio de San Cristóbal. Un policía
de la Ciudad mató a un hombre que se encontraba en evidente estado
de ebriedad, al golpearlo con una patada en el pecho o estómago.
Las justificaciones de la intervención
policial aluden a que el hombre interrumpía el tránsito amenazante con un
cuchillo, según la denuncia de un colectivero. La situación fue denunciada
primero por una pasajera de un colectivo, quien llamó al 911 para alertar que
un hombre "drogado" y con un cuchillo" no dejaba proseguir la
marcha del transporte y golpeaba la carrocería.
Las imágenes, viralizadas en el video (que encabeza este post) contradicen la peligrosidad del
denunciado y el motivo de la violencia en la intervención policial.
Nunca se ve el cuchillo ni su utilización amenazante.
El informe de autopsia indicó que la
víctima falleció por una fractura de cráneo, que probablemente se le haya producido
al golpear sobre el asfalto. Resulta obvio, pero hay que señalarlo, que si el
agente policial no lo golpeaba con una patada a Jorge Martín Gómez, éste no golpeaba su cabeza contra el asfalto y
no se fracturaba el cráneo.
La intervención judicial
La jueza en
lo Criminal y Correccional 8, Yamile Susana Bernan, resolvió excarcelar al
policía homicida Ramírez bajo caución juratoria por considerar que no existen
riesgos procesales de que se fugue o entorpezca la investigación.
Cabe destacar, que la jueza no coincidió con el dictamen de la fiscal Ana Yacobucci, quien razonablemente se había opuesto a la excarcelación por entender que al ser policía, el acusado podía justamente entorpecer la investigación.
Cabe destacar, que la jueza no coincidió con el dictamen de la fiscal Ana Yacobucci, quien razonablemente se había opuesto a la excarcelación por entender que al ser policía, el acusado podía justamente entorpecer la investigación.
Al agente
policial se le imputa el delito de "homicidio preterintencional”, con
el nombre de preterintencional se entiende, el hecho en el que la voluntad del
individuo está dirigida a un suceso determinado, pero el evento que se produce es más
grave, en este caso el objetivo fue lesionar a la víctima para reducirlo pero a
raíz de la patada se produjo la muerte de Gómez (la autopsia determinó que la causa de muerte fue el traumatismo
craneoencefálico que padeció cuando, luego de recibir la patada policial, cayó
de espaldas y golpeó su cabeza contra el asfalto, lo que le produjo una
fractura en el cráneo).
La policía mata con
total impunidad porque el Gobierno avala
Marcelo D’Alessandro, Secretario de
Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, sostuvo que el oficial actuó
dentro del protocolo establecido. "Está dentro del protocolo: mantiene la distancia con la pierna para
deponer la actitud, y evitar que le genere algún daño con el arma blanca",
consideró. Insistimos, en el video no se observa el arma blanca.
Por su parte, la Ministra de Seguridad
de la Nación, Patricia
Bullrich, sostuvo que el oficial inspector Esteban Armando Ramírez "estaba protegiendo a los
ciudadanos" de una situación "amenazante y violenta",
ya que el fallecido Jorge
Martín Gómez tenía un arma con la que podría haber herido o
matado a alguien.
Cabe aclarar, que las imágenes del
video no muestran la existencia de una agresión ilegítima, ni, mucho menos, una necesidad racional en el policía
para impedirla o repelerla.
Conclusión
El impacto de la doctrina de meter
bala es evidente: cualquier uniformado siente que tiene libertad para matar y,
por supuesto, aparecen de inmediato los que se sienten justicieros, piensan que
los van a galardonar, y matan. Llevar a la Casa Rosada a un efectivo –Chocobar–
que le disparó a un supuesto ladrón por la espalda es un mensaje a todos los
policías del país.
Igual efecto tiene exhibir una
reglamentación, inconstitucional, que deja las manos libres para usar el arma
aún si no es estrictamente necesario. O defender a los que le tiraron, también
por la espalda, a Rafael Nahuel, o a los que corrieron de forma ilegal a
Santiago Maldonado, son todos gestos que alientan a los policías o integrantes
de las fuerzas de seguridad a matar a presuntos delincuentes, o a quienes se
criminaliza.
En definitiva, lo que el Gobierno
Nacional y el Gobierno de la Ciudad avalan
es el proceder de una fuerza policial
autoritaria en el que para los habitantes de nuestro país, “parecer” es más peligroso
que “ser” un delincuente.
Ciertamente, el monopolio del uso de
la fuerza o la violencia lo tiene el Estado, y la utilización de la fuerza o la
violencia por parte de policías en ejercicio de su función únicamente tiene que
hacerse de forma excepcional, porque al ser tan grande ese poder que delegamos
como sociedad en un único ente que es el Estado, ese poder tiene que ejercerse
de manera limitada y excepcional.
Lo que debemos es repudiar la
violencia, evitarla, por eso se la cedemos sólo al Estado.
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