jueves, 29 de agosto de 2019

Cuando la que mata es la Policía de la Ciudad


Pasan cosas en la "Ciudad de la Furia", y cuando la que mata es la Policía de la Ciudad es el deber de todos y todas no olvidarlo y sentar testimonio de lo sucedido. Sobre todo en tiempos de plena vigencia de la doctrina Chocobar/Bullrich de eliminación física de todo aquel que presuntamente sea un delincuente.

Los hechos

Todo sucedió el lunes por la mañana, sobre la bicisenda de la calle Carlos Calvo al 2500, entre Saavedra y Alberti, barrio de San Cristóbal. Un policía de la Ciudad mató a un hombre que se encontraba en evidente estado de ebriedad, al golpearlo con una patada en el pecho o estómago.
Las justificaciones de la intervención policial aluden a que el hombre interrumpía el tránsito amenazante con un cuchillo, según la denuncia de un colectivero. La situación fue denunciada primero por una pasajera de un colectivo, quien llamó al 911 para alertar que un hombre "drogado" y con un cuchillo" no dejaba proseguir la marcha del transporte y golpeaba la carrocería.
Las imágenes, viralizadas en el video (que encabeza este post) contradicen la peligrosidad del denunciado y el motivo de la violencia en la intervención policial. Nunca se ve el cuchillo ni su utilización amenazante.
El informe de autopsia indicó que la víctima falleció por una fractura de cráneo, que probablemente se le haya producido al golpear sobre el asfalto. Resulta obvio, pero hay que señalarlo, que si el agente policial no lo golpeaba con una patada a  Jorge Martín Gómez, éste no golpeaba su cabeza contra el asfalto y no se fracturaba el cráneo.

La intervención judicial

La jueza en lo Criminal y Correccional 8, Yamile Susana Bernan, resolvió excarcelar al policía homicida Ramírez bajo caución juratoria por considerar que no existen riesgos procesales de que se fugue o entorpezca la investigación.

Cabe destacar, que la jueza no coincidió con el dictamen de la fiscal Ana Yacobucci, quien razonablemente se había opuesto a la excarcelación por entender que al ser policía, el acusado podía justamente entorpecer la investigación.
Al agente policial se le imputa el delito de "homicidio preterintencional”, con el nombre de preterintencional se entiende, el hecho en el que la voluntad del individuo está dirigida a un suceso determinado, pero el evento que se produce es más grave, en este caso el objetivo fue lesionar a la víctima para reducirlo pero a raíz de la patada se produjo la muerte de Gómez (la autopsia determinó que la causa de muerte fue el traumatismo craneoencefálico que padeció cuando, luego de recibir la patada policial, cayó de espaldas y golpeó su cabeza contra el asfalto, lo que le produjo una fractura en el cráneo).

La policía mata con total impunidad  porque el Gobierno avala

Marcelo D’Alessandro, Secretario de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, sostuvo que el oficial actuó dentro del protocolo establecido.  "Está dentro del protocolo: mantiene la distancia con la pierna para deponer la actitud, y evitar que le genere algún daño con el arma blanca", consideró. Insistimos, en el video no se observa el arma blanca.
Por su parte, la Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, sostuvo que el oficial inspector Esteban Armando Ramírez "estaba protegiendo a los ciudadanos" de una situación "amenazante y violenta", ya que el fallecido Jorge Martín Gómez tenía un arma con la que podría haber herido o matado a alguien.
Cabe aclarar, que las imágenes del video no muestran la existencia de una agresión ilegítima, ni, mucho menos, una necesidad racional en el policía para impedirla o repelerla.

Conclusión

El impacto de la doctrina de meter bala es evidente: cualquier uniformado siente que tiene libertad para matar y, por supuesto, aparecen de inmediato los que se sienten justicieros, piensan que los van a galardonar, y matan. Llevar a la Casa Rosada a un efectivo –Chocobar– que le disparó a un supuesto ladrón por la espalda es un mensaje a todos los policías del país.
Igual efecto tiene exhibir una reglamentación, inconstitucional, que deja las manos libres para usar el arma aún si no es estrictamente necesario. O defender a los que le tiraron, también por la espalda, a Rafael Nahuel, o a los que corrieron de forma ilegal a Santiago Maldonado, son todos gestos que alientan a los policías o integrantes de las fuerzas de seguridad a matar a presuntos delincuentes, o a quienes se criminaliza.
En definitiva, lo que el Gobierno Nacional y el Gobierno de la Ciudad avalan es el proceder de una fuerza policial autoritaria en el que para los habitantes de nuestro país, “parecer” es más peligroso que “ser” un delincuente.
Ciertamente, el monopolio del uso de la fuerza o la violencia lo tiene el Estado, y la utilización de la fuerza o la violencia por parte de policías en ejercicio de su función únicamente tiene que hacerse de forma excepcional, porque al ser tan grande ese poder que delegamos como sociedad en un único ente que es el Estado, ese poder tiene que ejercerse de manera limitada y excepcional.

Lo que debemos es repudiar la violencia, evitarla, por eso se la cedemos sólo al Estado. 


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