martes, 18 de marzo de 2008

EL FÚTBOL SE MUERE


Un fin de semana sangriento con las canchas de fútbol como telón de fondo. Una vez más, nadie se hace cargo de lo que todos sabemos, nadie dice lo obvio. Tampoco hay quien haga su trabajo como debe hacerlo.

La muerte de Emanuel Alvarez, el hincha de Vélez que recibió un balazo en el tórax en cuando se dirigía en un micro a la cancha de San Lorenzo de Almagro no es un hecho ajeno al fútbol, y el "fútbol" es responsable.

No se puede decir honestamente que este trágico hecho nos sorprenda.

El clima de violencia que rodea cada domingo las canchas argentinas se respira y se vive desde que uno decide ir a ver un partido de fútbol. Todo se inicia con el viaje y la decisión del medio de transporte a tomar. Los alrededores de cada estadio se militarizan y lo que debería ser una fiesta se transforma en un injustificado calvario para el sufrido hincha de fútbol argentino.

Hasta cuando vamos a seguir escuchando a los dirigentes del fútbol decir que ellos no pueden hacer nada? O frases del estilo "se trata de un hecho policial"?

Cuándo, realmente, se van a ocupar de proteger al HINCHA? Las soluciones que se proponen son siempre demagógicas como para que los medios de comunicación digan que la AFA y los clubes, o los funcionarios y la policía están haciendo algo. ¿Alguien puede pensar seriamente que suspendiendo el fútbol se va a acabar la violencia? Eso es como decir que debido a la gran cantidad de robos cometidos por los denominados "motochorros" la solución pasa por prohibir la venta de motos.

Mencionábamos el clima de violencia que se vive desde que uno decide ir a la cancha. Ese clima es alimentado por la Policía Federal y sus monstruosos operativos con cada vez más efectivos (agentes) y cada vez menos efectivos a a la hora de prevenir hechos de violencia. El caso de Emanuel es una muestra cabal de ello. Micros con hinchas de Velez escoltados por la policía que ni siquiera han podido, no ya identificar al agresor sino identificar desde donde provino el disparo.

Dirigentes que son amigos de los barras constituyen el otro eslabón de la cadena de violencia que se vive en el fútbol. Aguilar es la muestra más patética de ello. Macri y Pompilio también. Los clubes hacen de cuenta que vigilan, pero después sus dirigentes no denuncian a ningunos de los "barras", que en su mayoría son socios del club, en otros casos, empleados también y, por desgracia, los nombres de los jefes de las barras son repetidos hasta por los chicos que van con sus padres a las canchas.

Del otro lado, el periodismo contribuye a generar el folklore del aguante y del mito de los hinchas que siguen al club de sus amores a todos lados. Les hacen notas a los jefes de las barras y nos quieren hacer creer que ellos son el "alma del fútbol". Nobleza obliga, en este punto hay que hacer la salvedad de que existen excepciones de aquellos que desde sus crónicas han denunciado a los delincuentes y sus vinculaciones con los dirigentes.

Quienes tienen brindarnos seguridad y quienes lucran con el fútbol callan lo que todos sabemos. Sabemos que la reventa de entradas las manejan las barras, sabemos que en los recitales la barra del club del estadio en que se realiza es parte de la seguridad y que maneja los "estacionamientos" en los alrededores, sabemos que los jefes de las barras trabajan de barras bravas, sabemos que son siempre los mismos y que la policía no los toca, etc.

Desde este pequeñísimo lugar creemos que se puede comenzar a erradicar la violencia en el fútbol garantizando al hincha, al espectador un trato humano al ingresar a los estadios. Con operativos policiales razonables que no traten como ganado a los que van a la popular, ni a los visitantes. Con ingresos organizados para que no sean un embudo en dónde todo el mundo empuje y se convierta en un escenario propicio para los pungas y para el robo de entradas.

Después de eso, QUE NADIE MÁS INGRESE SIN ENTRADAS A LAS CANCHAS porque también todos sabemos que las barras bravas entran sin entrada. A partir de allí, muchos indeseables no ingresaran a las canchas.

Sí, suena fácil y simplista pero si alguna vez concurrieron como hinchas a un estadio de fútbol sabrán de que se habla. No podemos esperar nada de Grondona, ni de Castrilli, ni de sus amigos; ellos no pueden ser parte de la solución porque son parte del PROBLEMA.

Emanuel Álvarez nos duele a todos los hinchas de fútbol de la Argentina, porque con Emanuel se está muriendo de a poco el fútbol.

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