Los peronistas festejamos hoy el Día
del Militante, evocando los sucesos
protagonizados por la militancia peronista en ocasión del segundo intento de
retornar al País del General Juan Domingo Perón en el año 1972.
En octubre del 72, Rodolfo Ortega Peña
dijo en una reunión: “…estén atentos, cuando salga Isabel en la tapa de la
revista Las Bases con un pañuelo al cuello de color amarillo con lunares negros
será la señal indicativa que el General se larga para la Argentina en veinte
días”.
Después de diecisiete años de exilio y
un retorno frustrado en 1964 se iba a hacer realidad la presencia de Perón en
la Patria. La militancia se movilizó para recibirlo. Y Perón volvió.
Por eso, en este día, resulta
indispensable entender qué es ser un militante y para eso, nada mejor que Don
Arturo Jauretche:
“Militante es aquel que
intenta transformar el mundo con su ejemplo; sabe que decir lo que se piensa y
hacer lo que dice es el arte mayor de una noble práctica política.
Su proceder está guiado por
un precepto evangélico: luchar por la igualdad entre todos los seres humanos.
Su enorme tarea se inscribe
en un paradigma fraterno: “ningún ciudadano se realiza en una Nación que no se
realiza”.
La cultura de la solidaridad y el trabajo le marcan el norte de las utopías
revolucionarias.
Arrastrando este sublime
bagaje, caerá mil veces; encontrará energía en el servicio a sus semejantes y
mil veces se levantará.
Su paso por la historia sólo
está justificado si es capaz de honrar la
vida: defender los derechos sociales y políticos de los desposeídos, y sostener
a ultranza, poniendo el cuerpo si es preciso, una inquebrantable lealtad con el
pueblo que le da su aliento.
Se apega a los principios
éticos que hacen mejores a todos los humanos y ejerce las conductas morales
escritas en la conciencia colectiva. Por
eso el militante sólo existe como héroe colectivo; no puede expresarse como
individuo sino dentro de LA MILITANCIA.
Hoy, cachuza, desperdigada y
diezmada, esa tropa obstinada en escribir día a día la historia argentina
vuelve a encontrar un rumbo y una esperanza. Hacen frente a un enemigo
implacable: “la raza maldita de los explotadores” y sus mandaderos: los que
tienen, siéndolo o no, “alma de oligarcas”.
Para defender el sueño de
una patria justa, libre y soberana, soldados incansables de la igualdad, la
libertad y la democracia alimentarán la llama inextinguible de nuestra pasión
argentina.
El aluvión de la militancia
popular se levantará otra vez como el batallón escogido de un ejército
invencible: el de la clase trabajadora argentina.”